viernes, 30 de mayo de 2014

Texto publicado en el libro Primeras armas.







La pesadilla
                                                                                           Por Ramón Cortez Cabello
   Era pasada la medianoche cuando me despertó mi hija de ocho años.
  ―Tengo pesadillas –dijo.
   Me senté al borde de la cama y la coloqué sobre mis rodillas.
― ¿Qué soñaste?
 ―Que un loco se metía por la  ventana de la sala, que te mataba a ti y a mis hermanitos. Yo gritaba fuerte pero nadie venía a salvarme. En eso desperté.
 ―No tengas miedo.
   Para que se calmara la llevé al cuarto de sus hermanos que dormían tranquilos. En la sala le mostré el pasador de la ventana bien cerrado. Cuando nos acostumbramos a la oscuridad, vimos los árboles, las plantas y los setos refugiándose en las sombras. A lo lejos, fantasmal, se erguía la casa del vecino. El bosque se arrullaba con el chirriar de los grillos.
   La niña se calmó. La llevé a su recamara. Al poco tiempo roncaba.
   Yo no pude dormir el resto de la noche.











   

jueves, 29 de mayo de 2014

Siete minificciones del Doctor Galeno.








La espina saboreó la sangre del ingenuo dedo, una vez más la rosa, su señuelo, cumplió su cometido.


Mecanismo de acción.

Al tragar la medicina comprobó que hay antibióticos que matan a las bacterias con su sabor.


El espectro

  ― ¡Un fantasma! –gritó la izquierda.
  ― Estúpida, es un guante blanco –aclaró la mano derecha.

El afrodisíaco

   A las ostras cultivadas en su granja las alimentó con Viagra. Era el negocio de su vida: sería el mejor afrodisíaco del mundo.
   Sin embargo fue un fracaso: Los moluscos estaban muy duros.


 Punto de vista

   Aléjate de los libros. Si los vez abiertos huye de inmediato; hay quien dice que son cultura, pero para nosotras son la tumba.
                                                                                     Una mosca a su hija.


De noche se sintió solo. Cuando llegaron sus amigos no eran tantos como las estrellas, pero si cálidos y luminosos. Ya no se sintió solo.


Lo vi de lejos, caminaba lento; qué amolado está –pensé-. Cuando lo tuve cerca y gritó: ánimo, supe que él me veía más jodido.

miércoles, 28 de mayo de 2014

En este vínculo puede leerse mi libro "Cuando vuelvan los gorriones".

Aquí puede leerse mi libro





Cápsulas de ayer (Este es un texto que escribí hace unos quince años, corregido y disminuido, sobre la impotencia sexual).









Tratamiento de la impotencia, un recorrido.
Por Ramón Cortez Cabello (El Doctor Galeno)

   No puede ser demostrado, pero es posible que poco después de que el hombre adoptó la postura erecta, ya su pene sufriera, ocasionalmente, una pérdida de tal condición. El hecho de que en las pinturas rupestres no haya mención a la impotencia debe atribuirse a la actitud aún vigente de pena y rechazo a admitir que se padece este problema. La proliferación de representaciones fálicas, consideradas de buena suerte, fertilidad y poder son comunes a gran cantidad de pueblos y culturas. Esto y la natural alegría con que abordaban la sexualidad nos da idea del calvario de quienes sufrían disfunción eréctil.
   Pocas enfermedades le han causado a la humanidad más fracasos y desazón. A través de la historia, con más ingenio que efectividad, han desfilado miles de remedios destinados a corregirla. Los resultados, hay que decirlo, fueron casi siempre pobres.
   Con el paso de los siglos grandes problemas ancestrales fueron solucionados. El sueño de volar –largamente acariciado-, pudo alcanzarse. Incluso la luna fue conquistada. Era paradójico que se elevaran al cielo cohetes cada  vez más pesados, mientras, cual plomada, los penes de millones de hombres no lograban vencer la ley de la gravedad.
   Actualmente se conoce el mecanismo de la erección y esto ha redundado en el desarrollo de medicamentos y aparatos eficaces en el manejo de la disfunción eréctil.
   Es propósito de este trabajo mostrar con una enumeración de afrodisíacos, lo azaroso que ha sido el camino recorrido para llegar a contar con tratamientos efectivos. Esta lista no pretende ser exhaustiva aunque aspira a ser representativa del ingenio, tesón y fantasía del hombre que, en éste, cómo en pocos temas, puede admirarse a plenitud.




Alcohol
   Muy antiguo es el origen del uso de bebidas alcohólicas para estimular la libido. Una cantidade moderada de alcohol puede reducir la ansiedad y relajar las inhibiciones, especialmente en personas tímidas. En quienes se exceden el efecto sedante puede dominar.
   En la Europa del siglo XIX fue usado como estimulante el ajenjo, bebida derivada de la planta del mismo nombre. Gozó de popularidad en medios intelectuales y bohemios, sin embargo, fue prohibida en 1915 por las lesiones nerviosas y ceguera que ocasionaba su abuso.
   El vino tinto mezclado con jengibre, canela, clavos, vainilla y azúcar se conoce como el afrodisíaco de Hipócrates, y fue recomendado por el autor francés Rabelais en Gargantua y Pantagruel.



Reino animal.
   La genitalia animal como afrodisíaco está basada en la organoterapia que se sustenta en el principio de que consumir órganos de animales sanos puede curar las enfermedades en los órganos humanos correspondientes. Los romanos comían genitales de todo tipo. En Asia el consumo de pene de tigre como estimulante sexual agrava las posibilidades de extinción del felino. Debido al uso de su cuerno para mejorar capacidades amatorias, el rinoceronte también enfrenta el riesgo de desaparecer. En el Pacífico mexicano está muy difundido el consumo de carne y huevos de caguama con el propósito de vigorizar la sexualidad.
   En ciertas partes de Asia la sangre de víbora es ingerida para mejorar la vida sexual; especie y tamaño no importan aunque las cobras parecen ser las preferidas. En Malasia existen restaurantes donde las serpientes vivas son servidas, su cola es cortada y el comensal debe succionar la sangre en pocos minutos.
    También en tierras orientales la sangre de murciélago es muy socorrida por quienes adolecen de impotencia. Platillo exclusivo en algunos restaurantes, el quiróptero es sacrificado en la mesa del cliente que bebe la sangre como bebida fortificante.







Reino vegetal
   En el reino vegetal también encontramos interesantes aportaciones a la imaginería afrodisíaca. Algunas nueces han sido consideradas estimulantes. No en vano el nombre latino de la nuez es juglans, que significa: Glande de Júpiter.
   Desde la prehistoria se le atribuyen a la cebolla propiedades excitantes. En Egipto, en tiempos faraónicos, los sacerdotes célibes tenían prohibido comerla por sus potenciales efectos eróticos. En Francia, a los recién casados, al día siguiente de la noche de bodas, se les servía sopa de cebolla para recuperar fuerzas.


Literatura erótica
El caballo de tiro busca un carruaje ligero,
el seductor una sonrisa:
el pene hendiduras vellosas
y las ranas agua.
                                                                 Rig Veda (Mandala IX himno 112, estrofa 4)
   El uso de los ingredientes mencionados y otros más exóticos alcanzó niveles insospechados de refinamiento en las recetas que, para combatir la impotencia, recomiendan los libros cimeros de la literatura erótica.
   El jardín perfumado de Jeque Nefazawi recomienda: Si la impotencia tiene como causa la debilidad corporal, hay que tomar cardamomo y un poco de euforbio, todo mezclado con miel. Asegura además que la mezcla de leche de camella y miel, si se bebe habitualmente desarrollará un vigor asombroso y hará que el pene se mantenga en erección día y noche. Conmina asimismo a los hombres de temperamento ardiente a no recurrir a estos remedios ya que podrían sufrir accesos de fiebre.
   Las recetas que se encuentran en el Ananga Ranga son de un optimismo desbordante, la posibilidad de fracaso ni siquiera es mencionada. Pocos ejemplos bastan para ilustrar esta aseveración: Se mezclan mirra, sulfuro rojo de arsénico, arabicus costos, karvy-dorky y borax a partes iguales con aceite de sésamo  oriental, con esta se unge el miembro viril y –al instante-, se producirá la erección deseada.
   Existen recetas para hombres llenos de fe e inquebrantable deseo de recuperar la potencia: Se toman nueces de marcar, sal negra y hojas de flor de loto, se reduce todo a cenizas y se humedece con el jugo de la nocturna picante, se unta el pene con excremento de búfalo hembra y se espolvorea con las cenizas. Al instante aumentará de tamaño y se hará tan fuerte como el mazo que se utiliza para macerar el arroz.



Tiempos modernos.
   En el tratamiento de la impotencia se ha avanzado más en las últimas décadas que en toda la historia previa. Hasta mediados del siglo XIX el tratamiento se abordó con más voluntad que tino y más fe que suerte. No podía ser de otra manera. Partiendo del principio de que la etiología se atribuía a debilidad, sortilegios o castigos divinos, era lógico que los tratamientos dirigidos a combatir dichas causas tuvieran resultados insatisfactorios.
   El primer gran hito en el tratamiento de esta afección  fue saber que la erección se produce por un aumento del flujo sanguíneo al pene.
   En 1873 el Doctor John King describió una campana para producir erección por medio del vacío que se generaba en su interior. En 1974 Geddins David Oston patentó el aparato que actualmente se comercializa con el nombre de erecaid system.
   El uso de la terapia intracavernosa se difundió en el siglo XX a mediados de los ochentas. Diversos medicamentos se usaron con resultados cada vez mejores y menos efectos indeseables. Este tratamiento alcanzó su apogeo a principio de los noventa del siglo pasado con el uso de la prostaglandina E1 que es efectiva en setenta por ciento de los casos y tiene muy baja incidencia de priapismo y fibrosis local.
   Pronto se formuló una PGE1 que, en forma de un pequeño supositorio uretral aprovecha las comunicaciones vasculares de la uretra con los cuerpos cavernosos y consigue la erección con una efectividad casi equiparable a la de la inyección intracavernosa.
   La colocación de una prótesis peneana es la opción más efectiva y definitiva en la actualidad. A pesar de que es un tratamiento casi infalible, su costo y la necesidad de cirugía para su colocación la alejan del concepto de tratamiento ideal. Sin embargo, es tranquilizador saber que cuando los medicamentos fracasan aún queda esta opción.
   El hombre siempre quiso tener un remedio oral que trajera a la ansiada levitación fálica. El medicamento más cercano a este ideal apareció en el último lustro del siglo XX. Originalmente era estudiado como un fármaco para hipertensión arterial y angina de pecho. Los pacientes incluidos en el estudio clínico, -algunos de ellos impotentes-. No advirtieron gran mejoría en su problema hipertensivo o isquémico pero gozaron de un inesperado y agradecible bálsamo a su disfunción eréctil. El sildenafil fomenta el efecto relajante del óxido nítrico en el tejido cavernoso al haber estímulo sexual, facilitando la erección. Actualmente este medicamento y sales relacionadas son los mejores erectógenos orales que pueden encontrarse.

   Es innegable que aunque el tratamiento ideal de la impotencia aún no se desarrolla. También es cierto que con el nivel resolutivo alcanzado en la actualidad la espera será menos ardua: no tendrán que transcurrir otros cincuenta mil años.

martes, 27 de mayo de 2014

Cápsulas de colores (La estupidez).






   Las razones agudas son ronquidos para los oídos tontos.
                                                                                                                         Shakespeare    
  
   No respondas al necio al tenor de su tontera, no sea que te hagas semejante a él.
                                                                                                                      Salomón.

   Quien custodia su boca, guarda su vida, mas quien desenfrene sus labios recibe ruina.
                                                                                                                              Salomón.

    Solo los charlatanes y los imbéciles creen comprenderlo todo.
                                                                                                                      Antón Chejov.

  Si los marineros tratasen malamente al piloto, o los enfermos injuriasen de palabra al médico, ¿a qué otro podrían apelar?
                                                                                                                     Marco Aurelio.

   ¿Por ventura te irritas con el que huele a sobaquina? ¿Acaso te encolerizas contra quien le huele mal el aliento? ¿Qué quieres que haga? El uno tiene así la boca y el otro de tal suerte los sobacos, que es preciso salga de ellos semejante exhalación.
                                                                                                                     Marco Aurelio.

   El ir tras de imposibles es propio de un loco furioso.
                                                                                                                     Marco Aurelio.

    ¿A qué discutir con gentes que no se rinden ante las verdades más evidentes? ¿A qué discutir, si son piedras en vez de hombres?
                                                                                                                               Epicteto.

      Claro que también los bueyes y los puercos, si pudiesen hablar, se mofarían seguramente de todos aquellos que piensan y se ocupan en otras cosas que en sus codiciados pastos.
                                                                                                                               Epicteto.

   ¿Qué adelantarías con injuriar a una piedra que es incapaz de oírte? Pues bien: imita a la piedra y no oigas las injurias que te dirijan.
                                                                                                                               Epicteto.

      No hay arte ni ciencia que no sea despreciada y menospreciada por la ignorancia y los ignorantes.
                                                                                                                               Epicteto.

   Nada hay más inútil que empeñarse en mostrarle a alguien los defectos de su amante; ni a un querellante la debilidad de su causa o dar razones a un iluminado.
                                                                                                                               Voltaire.

   La urbanidad es prudencia, la descortesía es una estupidez.
                                                                                                                       Schopenhauer



Cápsulas amargas (La muerte).


   La muerte es un ministro inexorable que no dilata la ejecución.
                                                                                                                       Shakespeare
  
   Toda carne cual ropa envejece y es ley eterna: Hay que morir.
                                                                                                                  Jesús Ben Sirak.
   Lo único que deseo para mi entierro es no ser enterrado vivo.
                                                                                                                Lord Chesterfield.

   Morir no basta: hay que morir a tiempo.
                                                                                                                   Jean Paul Sartre

  Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad.
                                                                                                                   Jean Paul Sartre

   Nada es más fácil que censurar a los muertos.
                                                                                                                          Julio César.

   ¿No es cierto, puesto que el orden del mundo está regido por la muerte, que acaso es mejor para Dios que no crea uno en Él y que luche con todas sus fuerzas, contra la muerte, sin levantar los ojos al cielo donde Él está callado?
                                                                                                                      Albert Camus.

   Ya está cerca el tiempo en que a todos los echarás en olvido y todos se olvidarán de ti.
                                                                                                                     Marco Aurelio.

   La muerte es el fin y descanso de las impresiones de los sentidos, de la agitación del apetito, del discurso de la mente, de la servidumbre y cuidado cerca del cuerpo.
                                                                                                                     Marco Aurelio.

   En un abrir y cerrar de ojos vendrás a ser un poco de ceniza o un esqueleto, y, a lo más, quedará solamente tu nombre o ni menos el nombre, siendo este, a la verdad, un puro sonido y el eco de la voz.
                                                                                                                     Marco Aurelio.

      Tú no cuentes como quien ha de vivir millares de años. Tienes ya la muerte encima de ti. Mientras tienes vida, mientras te lo permite la ocasión, procura hacerte bueno.
                                                                                                                     Marco Aurelio.

   Todo es efímero, el recuerdo y lo que se recuerda.
                                                                                                                     Marco Aurelio.

   Absolutamente será bueno que te acuerdes que dentro de brevísimo tiempo, tanto tú como esotro moriréis, y que poco después ni aun de vuestro nombre quedará memoria.
                                                                                                                     Marco Aurelio.

  ¿Por qué lloráis? ¿No sabéis que yo no hago más que ir delante de vosotros adonde todos me volveréis a encontrar?
                                                                                                                     Marco Aurelio.

   Cuando sea llegada mi hora, moriré; pero moriré como debe morir un hombre que no hace más que devolver lo que se le confió.
                                                                                                                               Epicteto.

   El único medio de conservar la libertad es estar siempre dispuesto a morir sin pesar.
                                                                                                                             Diógenes.

  No hay que morirse de oquis. Hay muchas cosas porque morir.                      
                                                                                                                    Refrán popular.

   La muerte es hereditaria.
                                                                                                 Ramón Gómez de la Serna.

   Es muy dulce ver llegar la muerte mecido por las plegarias de un hijo.
                                                                                                                   Jean Paul Sastre

   La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse.
                                                                                                                    Ernesto Sábato.

   ¿De qué otra forma se puede amenazar que no sea de muerte? Lo interesante, lo original, sería que alguien lo amenace a uno con la inmortalidad.
                                                                                                               Jorge Luís Borges.

   Poco vales si tu muerte no es deseada por muchas personas.
                                                                                                     Santiago Ramón y Cajal.

   La muerte tiene una sola cosa agradable: las viudas.
                                                                                                      Enrique Jardiel Poncela.

   La fuente de todas las miserias para el hombre  no es la muerte, sino el miedo a la muerte.
                                                                                                                Epicteto de Frigia.

   El hombre débil teme la muerte; el desgraciado la llama; el valentón la provoca y el hombre sensato la espera.
                                                                                                              Benjamín Franklin.

   El mártir espera la muerte: el fanático corre a buscarla.
                                                                                                                                Diderot.

   El tirano muere y su reino termina. El mártir muere y su reino comienza.
                                                                                                                Sóren Kierkegard.

   Para formar un ser humano no bastan nueve meses; hacen falta sesenta años de trabajo, de sacrificios y de estudio; y, cuando está formado, ya está listo para morir.
                                                                                                                    André Malraux.

   Morirás, es estúpido temer lo que no puedes evitar.
                                                                                                                          Séneca.

   Es bueno morir antes de haber hecho algo que merezca la muerte.
                                                                                                              Anaxandridas.

   Condúcete siempre como si mañana hubieras de morir, y algún día tendrás razón.
                                                                                                         Tomás de Kempis.

   Cual fue la vida, tal suele ser la muerte.
                                                                                                                  Stefan Zweig

   La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor.
                                                                                                                               Séneca.

   Todos trabajamos contra nuestra propia cura, pues la muerte es la cura de todas las enfermedades.
                                                                                                                Thomas Browne.

   Qué  pena morirse, con la de libros que le quedan a uno por leer.
                                                                                               Marcelino Meléndez Pelayo.

   La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene.
                                                                                                               Jorge Luís Borges.

   El suicidio sólo debe mirarse como una debilidad del hombre, porque indudablemente es más fácil morir que soportar sin tregua una vida llena de amarguras.
                                                                                                                                 Goethe.

  El suicidio no es un acto de valentía ante la muerte, sino de cobardía ante la vida.
                                                                                                                           Nichchanel

   Estar alerta, he ahí la vida; yacer en la tranquilidad, he ahí la muerte.
                                                                                                                        Oscar Wilde.

  No es que tenga miedo de morirme. Es tan sólo que no quiero estar allí cuando suceda.
                                                                                                                       Woody Allen.

   La resignación es un suicidio cotidiano.
                                                                                                                                 Balzac.

   Cuando no se teme a la muerte, se la hace penetrar en las filas enemigas.
                                                                                                           Napoleón Bonaparte.

   Sólo se muere una vez, ¡pero por tanto tiempo!
                                                                                                                                 Moliére

   Lo triste no es ir al cementerio, sino quedarse.
                                                                                                                                Moliére.

   Nadie muere mientras esté vivo su recuerdo en el corazón de alguien que aún le ama.
                                                                                                                 Cayo Julio César.

   La muerte de los jóvenes constituye un naufragio. La de los viejos es un atracar en el puerto.
                                                                                                                               Plutarco.

   Es más deseable una hermosa muerte que una larga vida.
                                                                                                                                 Séneca.

   Los hombres son llevados por los caballos, alimentados por las vacas, vestidos por las ovejas, defendidos por los perros y comidos por los gusanos.
                                                                                                                                 Séneca.

      Como una pintura nos iremos borrando. Como una flor nos hemos de secar sobre la tierra- Cual ropaje de plumas de quetzal…
                                                                                                                   Netzahualcóyolt

      Lo que en la leche se mama, en la mortaja se derrama.
                                                                                                                     Refrán español

La vida es un oficio que se termina de aprender cuando ya no queda tiempo para ejercerlo.
                                                                                                        Ramón Cortez Cabello.

   El cuidado de vivir bien y el cuidado de morir bien son lo mismo.
                                                                                                                               Epicuro

   Inquietarse por los años y los siglos que ya no estaremos entre los vivos resulta tan caprichoso como preocuparse por los años y los siglos en que aún no habíamos venido al mundo.

                                                                                                                Fernando Savater

Cápsulas de sabiduría (Los médicos).




   Vuestra más alta ciencia es tan sólo quimera, vanidosos e insensatos galenos.
                                                                                                                               Moliere

   Médico. Alguien a quien lanzamos nuestras súplicas cuando estamos enfermos, y nuestros perros cuando nos hemos curado.
                                                                                                                   Ambrose Bierce

      Los médicos, los sacerdotes, los magistrados y los oficiales conocen a los hombres como si los hubieran hecho.
                                                                                                                   Jean Paul Sartre

   Si los marineros tratasen malamente al piloto, o los enfermos injuriasen de palabra al médico, ¿a qué otro podrían apelar?
                                                                                                                     Marco Aurelio.

   Al luxado, al que padece un absceso, al que le atormenta una fístula y al que sufre de una úlcera, no el placer, sino el dolor ha de curarlos.
                                                                                                                               Epicteto.

   Cuando un médico va detrás del féretro de su paciente, a veces la causa sigue al efecto.                                                                         
                                                                                                                      Roberto Koch.

   El médico ve al hombre en toda su debilidad; el jurisconsulto en toda su perversidad; el teólogo en toda su necedad.
                                                                                                                     Schopenhahuer

     La salud es la primera de todas las libertades.                                 
                                                                                                                                 Amiel.

  El médico solo es el ayudante de la naturaleza.                               
                                                                                                                               Galeno.

  El médico debe ser el auxiliar de la naturaleza, no su enemigo.
                                                                                                                             Paracelso.

  Lo que las medicinas no pueden curar, puede curarlo el bisturí, lo que no puede curar el bisturí, puede curarlo el cauterio, lo que el cauterio no puede curar, es incurable.                                                                                            
                                                                                                                        Hipócrates.

  Forma parte de la curación el deseo de ser curado.                         
                                                                                                                             Séneca.

  El primer paso hacia la cura es conocer la enfermedad. (Ad sanitatem gradus est novisse morbum)                                                               
                                                                                                              Proverbio latino.

   Muchos médicos hay en el mundo: hasta los encantadores son médicos.
                                                                               Miguel de Cervantes Saavedra

  Come poco y cena más poco; que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estomago.                                          

                                                                                      Miguel de Cervantes Saavedra