miércoles, 28 de mayo de 2014

Cápsulas de ayer (Este es un texto que escribí hace unos quince años, corregido y disminuido, sobre la impotencia sexual).









Tratamiento de la impotencia, un recorrido.
Por Ramón Cortez Cabello (El Doctor Galeno)

   No puede ser demostrado, pero es posible que poco después de que el hombre adoptó la postura erecta, ya su pene sufriera, ocasionalmente, una pérdida de tal condición. El hecho de que en las pinturas rupestres no haya mención a la impotencia debe atribuirse a la actitud aún vigente de pena y rechazo a admitir que se padece este problema. La proliferación de representaciones fálicas, consideradas de buena suerte, fertilidad y poder son comunes a gran cantidad de pueblos y culturas. Esto y la natural alegría con que abordaban la sexualidad nos da idea del calvario de quienes sufrían disfunción eréctil.
   Pocas enfermedades le han causado a la humanidad más fracasos y desazón. A través de la historia, con más ingenio que efectividad, han desfilado miles de remedios destinados a corregirla. Los resultados, hay que decirlo, fueron casi siempre pobres.
   Con el paso de los siglos grandes problemas ancestrales fueron solucionados. El sueño de volar –largamente acariciado-, pudo alcanzarse. Incluso la luna fue conquistada. Era paradójico que se elevaran al cielo cohetes cada  vez más pesados, mientras, cual plomada, los penes de millones de hombres no lograban vencer la ley de la gravedad.
   Actualmente se conoce el mecanismo de la erección y esto ha redundado en el desarrollo de medicamentos y aparatos eficaces en el manejo de la disfunción eréctil.
   Es propósito de este trabajo mostrar con una enumeración de afrodisíacos, lo azaroso que ha sido el camino recorrido para llegar a contar con tratamientos efectivos. Esta lista no pretende ser exhaustiva aunque aspira a ser representativa del ingenio, tesón y fantasía del hombre que, en éste, cómo en pocos temas, puede admirarse a plenitud.




Alcohol
   Muy antiguo es el origen del uso de bebidas alcohólicas para estimular la libido. Una cantidade moderada de alcohol puede reducir la ansiedad y relajar las inhibiciones, especialmente en personas tímidas. En quienes se exceden el efecto sedante puede dominar.
   En la Europa del siglo XIX fue usado como estimulante el ajenjo, bebida derivada de la planta del mismo nombre. Gozó de popularidad en medios intelectuales y bohemios, sin embargo, fue prohibida en 1915 por las lesiones nerviosas y ceguera que ocasionaba su abuso.
   El vino tinto mezclado con jengibre, canela, clavos, vainilla y azúcar se conoce como el afrodisíaco de Hipócrates, y fue recomendado por el autor francés Rabelais en Gargantua y Pantagruel.



Reino animal.
   La genitalia animal como afrodisíaco está basada en la organoterapia que se sustenta en el principio de que consumir órganos de animales sanos puede curar las enfermedades en los órganos humanos correspondientes. Los romanos comían genitales de todo tipo. En Asia el consumo de pene de tigre como estimulante sexual agrava las posibilidades de extinción del felino. Debido al uso de su cuerno para mejorar capacidades amatorias, el rinoceronte también enfrenta el riesgo de desaparecer. En el Pacífico mexicano está muy difundido el consumo de carne y huevos de caguama con el propósito de vigorizar la sexualidad.
   En ciertas partes de Asia la sangre de víbora es ingerida para mejorar la vida sexual; especie y tamaño no importan aunque las cobras parecen ser las preferidas. En Malasia existen restaurantes donde las serpientes vivas son servidas, su cola es cortada y el comensal debe succionar la sangre en pocos minutos.
    También en tierras orientales la sangre de murciélago es muy socorrida por quienes adolecen de impotencia. Platillo exclusivo en algunos restaurantes, el quiróptero es sacrificado en la mesa del cliente que bebe la sangre como bebida fortificante.







Reino vegetal
   En el reino vegetal también encontramos interesantes aportaciones a la imaginería afrodisíaca. Algunas nueces han sido consideradas estimulantes. No en vano el nombre latino de la nuez es juglans, que significa: Glande de Júpiter.
   Desde la prehistoria se le atribuyen a la cebolla propiedades excitantes. En Egipto, en tiempos faraónicos, los sacerdotes célibes tenían prohibido comerla por sus potenciales efectos eróticos. En Francia, a los recién casados, al día siguiente de la noche de bodas, se les servía sopa de cebolla para recuperar fuerzas.


Literatura erótica
El caballo de tiro busca un carruaje ligero,
el seductor una sonrisa:
el pene hendiduras vellosas
y las ranas agua.
                                                                 Rig Veda (Mandala IX himno 112, estrofa 4)
   El uso de los ingredientes mencionados y otros más exóticos alcanzó niveles insospechados de refinamiento en las recetas que, para combatir la impotencia, recomiendan los libros cimeros de la literatura erótica.
   El jardín perfumado de Jeque Nefazawi recomienda: Si la impotencia tiene como causa la debilidad corporal, hay que tomar cardamomo y un poco de euforbio, todo mezclado con miel. Asegura además que la mezcla de leche de camella y miel, si se bebe habitualmente desarrollará un vigor asombroso y hará que el pene se mantenga en erección día y noche. Conmina asimismo a los hombres de temperamento ardiente a no recurrir a estos remedios ya que podrían sufrir accesos de fiebre.
   Las recetas que se encuentran en el Ananga Ranga son de un optimismo desbordante, la posibilidad de fracaso ni siquiera es mencionada. Pocos ejemplos bastan para ilustrar esta aseveración: Se mezclan mirra, sulfuro rojo de arsénico, arabicus costos, karvy-dorky y borax a partes iguales con aceite de sésamo  oriental, con esta se unge el miembro viril y –al instante-, se producirá la erección deseada.
   Existen recetas para hombres llenos de fe e inquebrantable deseo de recuperar la potencia: Se toman nueces de marcar, sal negra y hojas de flor de loto, se reduce todo a cenizas y se humedece con el jugo de la nocturna picante, se unta el pene con excremento de búfalo hembra y se espolvorea con las cenizas. Al instante aumentará de tamaño y se hará tan fuerte como el mazo que se utiliza para macerar el arroz.



Tiempos modernos.
   En el tratamiento de la impotencia se ha avanzado más en las últimas décadas que en toda la historia previa. Hasta mediados del siglo XIX el tratamiento se abordó con más voluntad que tino y más fe que suerte. No podía ser de otra manera. Partiendo del principio de que la etiología se atribuía a debilidad, sortilegios o castigos divinos, era lógico que los tratamientos dirigidos a combatir dichas causas tuvieran resultados insatisfactorios.
   El primer gran hito en el tratamiento de esta afección  fue saber que la erección se produce por un aumento del flujo sanguíneo al pene.
   En 1873 el Doctor John King describió una campana para producir erección por medio del vacío que se generaba en su interior. En 1974 Geddins David Oston patentó el aparato que actualmente se comercializa con el nombre de erecaid system.
   El uso de la terapia intracavernosa se difundió en el siglo XX a mediados de los ochentas. Diversos medicamentos se usaron con resultados cada vez mejores y menos efectos indeseables. Este tratamiento alcanzó su apogeo a principio de los noventa del siglo pasado con el uso de la prostaglandina E1 que es efectiva en setenta por ciento de los casos y tiene muy baja incidencia de priapismo y fibrosis local.
   Pronto se formuló una PGE1 que, en forma de un pequeño supositorio uretral aprovecha las comunicaciones vasculares de la uretra con los cuerpos cavernosos y consigue la erección con una efectividad casi equiparable a la de la inyección intracavernosa.
   La colocación de una prótesis peneana es la opción más efectiva y definitiva en la actualidad. A pesar de que es un tratamiento casi infalible, su costo y la necesidad de cirugía para su colocación la alejan del concepto de tratamiento ideal. Sin embargo, es tranquilizador saber que cuando los medicamentos fracasan aún queda esta opción.
   El hombre siempre quiso tener un remedio oral que trajera a la ansiada levitación fálica. El medicamento más cercano a este ideal apareció en el último lustro del siglo XX. Originalmente era estudiado como un fármaco para hipertensión arterial y angina de pecho. Los pacientes incluidos en el estudio clínico, -algunos de ellos impotentes-. No advirtieron gran mejoría en su problema hipertensivo o isquémico pero gozaron de un inesperado y agradecible bálsamo a su disfunción eréctil. El sildenafil fomenta el efecto relajante del óxido nítrico en el tejido cavernoso al haber estímulo sexual, facilitando la erección. Actualmente este medicamento y sales relacionadas son los mejores erectógenos orales que pueden encontrarse.

   Es innegable que aunque el tratamiento ideal de la impotencia aún no se desarrolla. También es cierto que con el nivel resolutivo alcanzado en la actualidad la espera será menos ardua: no tendrán que transcurrir otros cincuenta mil años.

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