Tratamiento de la
impotencia, un recorrido.
Por Ramón Cortez Cabello (El Doctor Galeno)
No puede ser demostrado, pero es posible que
poco después de que el hombre adoptó la postura erecta, ya su pene sufriera,
ocasionalmente, una pérdida de tal condición. El hecho de que en las pinturas
rupestres no haya mención a la impotencia debe atribuirse a la actitud aún
vigente de pena y rechazo a admitir que se padece este problema. La
proliferación de representaciones fálicas, consideradas de buena suerte,
fertilidad y poder son comunes a gran cantidad de pueblos y culturas. Esto y la
natural alegría con que abordaban la sexualidad nos da idea del calvario de
quienes sufrían disfunción eréctil.
Pocas enfermedades le han causado a la
humanidad más fracasos y desazón. A través de la historia, con más ingenio que
efectividad, han desfilado miles de remedios destinados a corregirla. Los
resultados, hay que decirlo, fueron casi siempre pobres.
Con el paso de los siglos grandes problemas
ancestrales fueron solucionados. El sueño de volar –largamente acariciado-,
pudo alcanzarse. Incluso la luna fue conquistada. Era paradójico que se
elevaran al cielo cohetes cada vez más
pesados, mientras, cual plomada, los penes de millones de hombres no lograban
vencer la ley de la gravedad.
Actualmente se conoce el mecanismo de la
erección y esto ha redundado en el desarrollo de medicamentos y aparatos eficaces
en el manejo de la disfunción eréctil.
Es propósito de este trabajo mostrar con una
enumeración de afrodisíacos, lo azaroso
que ha sido el camino recorrido para llegar a contar con tratamientos
efectivos. Esta lista no pretende ser exhaustiva aunque aspira a ser
representativa del ingenio, tesón y fantasía del hombre que, en éste, cómo en
pocos temas, puede admirarse a plenitud.
Alcohol
Muy antiguo es el origen del uso de bebidas
alcohólicas para estimular la libido. Una cantidade moderada de alcohol puede
reducir la ansiedad y relajar las inhibiciones, especialmente en personas
tímidas. En quienes se exceden el efecto sedante puede dominar.
En la Europa del siglo XIX fue usado como estimulante
el ajenjo, bebida derivada de la planta del mismo nombre. Gozó de popularidad
en medios intelectuales y bohemios, sin embargo, fue prohibida en 1915 por las
lesiones nerviosas y ceguera que ocasionaba su abuso.
El vino tinto mezclado con jengibre, canela,
clavos, vainilla y azúcar se conoce como el afrodisíaco
de Hipócrates, y fue recomendado por el autor francés Rabelais en Gargantua y Pantagruel.
Reino animal.
La genitalia
animal como afrodisíaco está basada en la organoterapia que se sustenta en el
principio de que consumir órganos de animales sanos puede curar las
enfermedades en los órganos humanos correspondientes. Los romanos comían
genitales de todo tipo. En Asia el consumo de pene de tigre como estimulante
sexual agrava las posibilidades de extinción del felino. Debido al uso de su
cuerno para mejorar capacidades amatorias, el rinoceronte también enfrenta el riesgo
de desaparecer. En el Pacífico mexicano está muy difundido el consumo de carne
y huevos de caguama con el propósito de vigorizar la sexualidad.
En ciertas partes de Asia la sangre de
víbora es ingerida para mejorar la vida sexual; especie y tamaño no importan aunque
las cobras parecen ser las preferidas. En Malasia existen restaurantes donde
las serpientes vivas son servidas, su cola es cortada y el comensal debe succionar
la sangre en pocos minutos.
También en tierras orientales la sangre de
murciélago es muy socorrida por quienes adolecen de impotencia. Platillo
exclusivo en algunos restaurantes, el quiróptero es sacrificado en la mesa del
cliente que bebe la sangre como bebida fortificante.
Reino vegetal
En el reino vegetal también encontramos
interesantes aportaciones a la imaginería afrodisíaca. Algunas nueces han sido
consideradas estimulantes. No en vano el nombre latino de la nuez es juglans, que significa: Glande de Júpiter.
Desde la prehistoria se le atribuyen a la
cebolla propiedades excitantes. En Egipto, en tiempos faraónicos, los
sacerdotes célibes tenían prohibido comerla por sus potenciales efectos
eróticos. En Francia, a los recién casados, al día siguiente de la noche de
bodas, se les servía sopa de cebolla para recuperar fuerzas.
Literatura erótica
El caballo de tiro busca un carruaje ligero,
el seductor una sonrisa:
el pene hendiduras vellosas
y las ranas agua.
Rig Veda (Mandala IX himno 112, estrofa 4)
El uso de los ingredientes mencionados y
otros más exóticos alcanzó niveles insospechados de refinamiento en las recetas
que, para combatir la impotencia, recomiendan los libros cimeros de la
literatura erótica.
El jardín
perfumado de Jeque Nefazawi recomienda: Si
la impotencia tiene como causa la debilidad corporal, hay que tomar cardamomo y
un poco de euforbio, todo mezclado con miel. Asegura además que la mezcla
de leche de camella y miel, si se bebe habitualmente desarrollará un vigor
asombroso y hará que el pene se mantenga en erección día y noche. Conmina
asimismo a los hombres de temperamento ardiente a no recurrir a estos remedios
ya que podrían sufrir accesos de fiebre.
Las recetas que se encuentran en el Ananga Ranga son de un optimismo desbordante,
la posibilidad de fracaso ni siquiera es mencionada. Pocos ejemplos bastan para
ilustrar esta aseveración: Se mezclan
mirra, sulfuro rojo de arsénico, arabicus costos, karvy-dorky y borax a partes
iguales con aceite de sésamo oriental,
con esta se unge el miembro viril y –al instante-, se producirá la erección
deseada.
Existen recetas para hombres llenos de fe e inquebrantable
deseo de recuperar la potencia: Se toman
nueces de marcar, sal negra y hojas de flor de loto, se reduce todo a cenizas y
se humedece con el jugo de la nocturna picante, se unta el pene con excremento
de búfalo hembra y se espolvorea con las cenizas. Al instante aumentará de
tamaño y se hará tan fuerte como el mazo que se utiliza para macerar el arroz.
Tiempos modernos.
En el tratamiento de la impotencia se ha avanzado
más en las últimas décadas que en toda la historia previa. Hasta mediados del
siglo XIX el tratamiento se abordó con más voluntad que tino y más fe que
suerte. No podía ser de otra manera. Partiendo del principio de que la
etiología se atribuía a debilidad, sortilegios o castigos divinos, era lógico
que los tratamientos dirigidos a combatir dichas causas tuvieran resultados insatisfactorios.
El primer gran hito en el tratamiento de
esta afección fue saber que la erección se
produce por un aumento del flujo sanguíneo al pene.
En 1873 el Doctor John King describió una
campana para producir erección por medio del vacío que se generaba en su
interior. En 1974 Geddins David Oston patentó el aparato que actualmente se
comercializa con el nombre de erecaid
system.
El uso de la terapia intracavernosa se
difundió en el siglo XX a mediados de los ochentas. Diversos medicamentos se
usaron con resultados cada vez mejores y menos efectos indeseables. Este
tratamiento alcanzó su apogeo a principio de los noventa del siglo pasado con
el uso de la prostaglandina E1 que es efectiva en setenta por ciento de los
casos y tiene muy baja incidencia de priapismo y fibrosis local.
Pronto se formuló una PGE1 que, en forma de
un pequeño supositorio uretral aprovecha las comunicaciones vasculares de la
uretra con los cuerpos cavernosos y consigue la erección con una efectividad
casi equiparable a la de la inyección intracavernosa.
La colocación de una prótesis peneana es la
opción más efectiva y definitiva en la actualidad. A pesar de que es un tratamiento
casi infalible, su costo y la necesidad de cirugía para su colocación la alejan
del concepto de tratamiento ideal. Sin embargo, es tranquilizador saber que cuando
los medicamentos fracasan aún queda esta opción.
El hombre siempre quiso tener un remedio oral
que trajera a la ansiada levitación fálica. El medicamento más cercano a este
ideal apareció en el último lustro del siglo XX. Originalmente era estudiado como
un fármaco para hipertensión arterial y angina de pecho. Los pacientes
incluidos en el estudio clínico, -algunos de ellos impotentes-. No advirtieron
gran mejoría en su problema hipertensivo o isquémico pero gozaron de un
inesperado y agradecible bálsamo a su disfunción eréctil. El sildenafil fomenta el efecto relajante
del óxido nítrico en el tejido cavernoso al haber estímulo sexual, facilitando
la erección. Actualmente este medicamento y sales relacionadas son los mejores erectógenos
orales que pueden encontrarse.
Es innegable que aunque el tratamiento ideal
de la impotencia aún no se desarrolla. También es cierto que con el nivel
resolutivo alcanzado en la actualidad la espera será menos ardua: no tendrán
que transcurrir otros cincuenta mil años.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario