jueves, 24 de noviembre de 2016
Concurso Literario Internacional Ángel Ganivet: Galería de ganadores
Concurso Literario Internacional Ángel Ganivet: Galería de ganadores: 2016 PROSA Ganador Ramón Antonio Cortez Cabello Crónica de un maestro (PDF) Análisis de la obra...
viernes, 29 de julio de 2016
La profecía
La profecía
Por Ramón Cortez Cabello
― ¿Revista o periódico, jefe?
― Periódico.
―Mejor le doy la revista… Así sabrá qué día
se acaba el mundo.
La revista de chismes estaba abierta en una
página donde destacaba un encabezado: “El mundo se acabará el 29 de julio del
2016”. El hombre leyó rápido la nota y, sonriendo, dijo:
― ¿Mañana?
― Si, jefe.
― ¿Entonces ya para qué me boleó?
― No, jefe. Los zapatos hay que traerlos
presentables hasta el final.
Aunque la opinión del bolero era interesada,
el cliente estuvo de acuerdo en que eran ciertas sus palabras.
―Fíjese que a los viejitos que se sientan en
esa banca les enseñé la misma nota y luego lueguito se fueron, bien asustados.
― ¿Y a dónde se fueron? ¿Al rancho?
― Fueron a confesarse, ¿usted cree?
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TE LO CUENTO EN CORTO,
Un pequeño cuento.
lunes, 25 de julio de 2016
Rebaño.
Rebaño
Ayer atrapé una historia, fue fácil estaba distraída.
Es pequeña entrañable y no busca ser obra maestra. Falta pulirla, resaltar su
belleza, darle una estructura de modo que, al ser leída, luzca agradable y natural.
Lograr que para el lector sea como agua fresca en boca del sediento y que paladee
cada palabra como si de un manjar se tratara. Sueño con que quienes disfruten
de ella la atesoren cariñosos. Antes debo darle coherencia y verosimilitud. Quitar
lo superfluo, sea adorno o mancha indeseable para que sea bella sin afectación.
Ahora es
linda pero inocente, víctima fácil de críticos que le buscarán defectos que evidencien
la torpeza de su autor. La dejaré ir cuando pueda defenderse sola. Ese día, el
de su publicación, llegará pronto, es cosa de que capture algo del huidizo talento
que anda suelto por el mundo. En tanto seguirá pastando junto a mis otras
historias, no se sentirá sola, son más numerosas que el ganado de Gerión.
Escritor en primera persona.
Escritor en primera persona
Quiero
escribir un libro que se incluya en el index librorum prohibitorum. Un texto censurado
por dictadores. Componer el texto que un rebelde regale al líder del mundo. Una
obra de culto citada por sabios y profanos. Pero, más que todo, quiero hacer un
libro que la gente lea con gusto.
Lo sé, soy un
ambicioso desorbitado, un loco buscando alcanzar la gloria; optimista incorregible
que ve esperanza en el fracaso. Tengo, sin embargo, una mente poderosa que
construye mundos fastuosos adonde mi cuerpo maltrecho no puede ir. Quienes me
rodean dicen que tengo aires de grandeza y soy perdedor irredento. No se equivocan.
Pero ignoran que soporto el infortunio que acarrea pretender la cima, que tengo
voluntad inquebrantable e infinita tolerancia a la derrota. Dentro de mí sé que
todo eso no basta, que mi esfuerzo será inútil. No importa, seguiré intentando,
al final ese será mi único logro: no desistir nunca.
Sueño de escritor
Sueño de escritor
De la pluma
fuente brotó una cascada de letras, una a una, una tras otra, torrentes de
ellas formaron un lago de palabras que llenó por completo la página en blanco.
El nivel de las palabras, de la laguna que las contenía, fue aumentando hasta sumergir
en su líquida superficie mis manos. Por un momento escuché el rumor de las olas
de palabras que ya cubrían mis brazos. En un instante me vi cubierto por la
sopa de letras, no podía respirar, se atoraba en mi nariz una gran cantidad de
letras A, A de ahogo, A de asfixia y de angustia. Sentí que moría bajo el
caudal inmenso de mi creatividad, algo bello había en esa fatalidad. La habría
preferido a la verdad prosaica de verme despertado por la gotera tenaz que caía
en mi rostro.
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Un pequeño cuento.
jueves, 9 de junio de 2016
La voz del caracol.
La voz del caracol.
Por Ramón Cortez Cabello.
¿Por qué el
sonido del caracol es triste? ¿Por qué el del huehuetl puede ser triste y a
veces alegre? ―preguntó el profesor.
Nuestra
bulliciosa ignorancia se volvió silencio. Fue el propio maestro quien respondió
su pregunta: “Por la materia que los forma. Según haya vivido el ser que les
dio origen, es el sonido que produce el instrumento hecho con su cuerpo.”
Al mirar nuestros rostros el profesor supo que nada entendimos y, bajo la sombra de un árbol, nos contó dos historias:
“La vida del caracol es muy triste, no tiene voz y le
aflige tener la herramienta para emitir sonidos, su caparazón, y no usarla: los caracoles no pueden soplar. Por eso, cuando muere y su concha se
usa como instrumento, produce un sonido que recuerda su tristeza.
Por otra
parte, el sonido del Huehuetl es melancólico porque semeja al de las hachas que
echaron abajo el árbol del que proviene. Pero suena alegre cuando recuerda el canto de los pájaros que en él anidaron, el piar de los
polluelos y el paso de la cálida brisa entre sus ramas.”
jueves, 26 de mayo de 2016
El ritual
Ritual
Por
Ramón Cortez Cabello
No hay nada por muy inocente que sea en lo que no
puedan introducir los hombres el crimen; ni arte por muy sano que sea cuyas
intenciones no sean capaces de trastocar; ni nada tan bueno en sí que no puedan
orientar hacia fines perversos.
Moliére.
Se siente cautivo dentro de su cuerpo, sus ojos obedecen pero no ve gran
cosa, está deslumbrado. No oye, no puede hablar. Boca arriba, colocados los
brazos sobre unos soportes laterales está crucificado. Alcanza a verse el
ombligo, parte del costado y muslo izquierdo.
Cuando trata de cubrir su desnudez comprueba que está inmóvil. Poco a poco se acostumbra a la luminosidad
que viene de lo alto; no recuerda nada, ni su nombre ni el de las cosas que
mira. Es su campo visual reducido proscenio en el que actúan varios personajes.
Sus parpados, cual pesados telones, caen haciéndole perder la secuencia.
Los sujetos visten trajes oscuros que dejan ver antebrazos, cuello y
parte del tórax. Se cubren el rostro con una máscara que sólo deja ver sus
ojos. Una mujer delgada es la que más veces pasa ante él, tiene ojos oblicuos
rodeados de arrugas. Siempre trae en las manos algún objeto.
Siente que su conciencia se oscurece de nuevo, teme no despertar.
Cuando vuelve en sí observa siempre lo mismo: una ventana que interrumpe
la fría pared blanca y, cerca de ella, una puerta que no promete libertad, una
salida que conduce a la oscuridad. Esta vez advierte la presencia de una mujer
que, de espaldas a él, en una mesa cubierta por un lienzo verde, alista diversos
artefactos. “Van a torturarme”, piensa, infiriendo el uso de aquellos objetos.
Hay clavos de diferente tamaño y grosor, un pequeño mazo que ni pintado para
aplastar testículos. Se estremece, ¿para qué son esos cuchillos? rebanarían
cual zanahoria sus dedos o pene. Al ver un taladro de gran broca renuncia a
buscar una aplicación posible. No puede ver los ojos de la mujer pero los
imagina crueles, despiadados. La odia. Se siente flotar en un aire gélido. Sabe
que no está soñando.
Cuando aparecen dos tipos su inquietud aumenta. Uno de ellos, el de baja
estatura, mueve los brazos, iracundo. El otro, joven y corpulento, tiene gacha la
cabeza. Por un momento compadece al gordo, luego comprende que es absurdo
sentir lástima por uno de sus verdugos. Cuando el hombre pequeño lo mira y señala
con el dedo siente un brinco en el corazón. El joven, antes humillado y servil,
se dirige hacia él lleva un cuchillo en la mano, se le acerca con resolución.
Quiere gritar pero no puede. Piensa, por los movimientos bruscos del joven, que
va a abrirlo en canal, sin embargo, en su abdomen sólo queda el trazo de una
raya vertical cruzada por otras más pequeñas. Una fina línea roja indica que su
piel apenas fue tocada, que un rasguño era más profundo. No hubo dolor.
Desaparece el sopor, su respiración se agita. La mujer delgada de ojos
arrugados le unge el vientre con una pócima negra y viscosa.
Trata de recordar quién es, qué fue lo que precedió a este momento: no
lo consigue. Observa que la espalda de la mujer de los cuchillos se tensa, está
en trance. A través de la ventana observa a los dos hombres hacerse abluciones
en manos y brazos. El corazón quiere salírsele del pecho.
Una mujer de bellos ojos completa el grupo. Está atrás de él, en la
cabecera. Su gesto, de secarle el sudor de la frente, indica que no es como los
otros. No temas, será rápido y sin dolor
―dice―. Aquella voz congela sus oídos. Volver a escuchar no lo hace feliz.
Los hombres, enfundados en una túnica ritual, lo cubren con lienzos
oscuros; sólo el signo trazado en el vientre queda expuesto. Por fin observa de
frente a la mujer de los cuchillos. No se equivocó: tiene mirada perversa y brilla
en sus manos la hoja de un puñal.
Un pedazo de tela cae en su rostro, la negrura insondable sustituye al
resplandor cenital. Los latidos de su corazón apenas lo dejan oír. Escucha frases
antiguas que parecen nuevas, como si se pronunciaran por vez primera.
― ¿Puedo iniciar? ―pregunta una voz grave en la que tiembla el enfado.
―Adelante, ya puede empezar ―responde la mujer de voz glacial.
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Un pequeño cuento.
miércoles, 25 de mayo de 2016
Tweets del Dr. Galeno.
Tweets.
Por Ramón Cortez Cabello.
De
noche se sintió solo. Cuando llegaron sus amigos, no eran tantos como las
estrellas. Pero si cálidos y luminosos. Ya no sintió soledad.
Mata al más alto, fue la orden. De lejos no
sabía quién era el de mayor estatura, dudaba. No quiso batallar: los mató a
todos.
*
Poe
Usó
plumas de ángel caído y sangre de unicornio fue su tinta. ¿Cómo no iban a ser extraordinarias
sus narraciones?
*
Lo bueno de lo breve.
Hay minificciones a las que ni su extensión salva de ser maxi-aburridas.
*
Telenovela siglo XXI
―Debo
confesarlo: Jairo Alexander no es tu padre…
―Pero…
¿Qué dices mamá?
―…Tu
padre soy yo.
*
El archivo
El colmo de una
funeraria es tener un archivo muerto.
*
El radio empezó a sonar, trajo melodías color sepia y
con ellas recuerdos de tiempos mejores. De inmediato me sentí mejor.
*
Lo vi de lejos, iba
encorvado; qué amolado está, pensé. Cuando lo tuve cerca y gritó: ¡ánimo!, supe
que yo estaba más fregado.
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