sábado, 14 de junio de 2014

Fin de fiesta.

   
                                                                                                                       Ramón Cortez Cabello
   Una noche Pete Wilson asistió a un baile de disfraces. Los invitados iban caracterizados cómo enemigos de América.  La calidez del clima texano ayudó al éxito de la recepción. Fue grato beber al lado de inocuos villanos. Castro, Chávez y Saddam nunca fueron tan divertidos. Él se disfrazó de indocumentado.

   En el hospital, con la nariz rota, vendada la cabeza y una férula en cada brazo, la fiesta trajo a Pete agridulces recuerdos: ganó el premio al mejor disfraz, sin embargo, la migra lo confundió con un verdadero ilegal.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario