miércoles, 29 de mayo de 2019

Programa de cocina.




Programa de cocina.
                                                                Por Ramón Cortez Cabello.

    La joven daba los últimos bocados al arroz burdamente cocinado, había en sus ojos un brillo de satisfacción que embellecía su rostro. El director del programa preguntó algo que parecía obvio:
   ― ¿Estás satisfecha?
   ―Sí ―respondió ella.
   El entrevistador fue más allá:
   ― ¿Eres feliz?
   ―Sí, claro.
   ― ¿Por qué? ―Quiso saber el hombre.
   ―Bueno, tengo trabajo, gano dinero para mis cosas. En un rato más iré a dormir a casa. Creo no puede pedirse más. Además tengo sueños…
   ― ¿Sí? ¿Cuáles son esos sueños?
   ―Ser multimillonaria, ―respondió.
   En la escena final la vemos perderse entre el tráfico, la acompaña una soledad empecinada. Aunque deseas que cumpla sus sueños, sabes que es casi imposible. Para la joven prostituta, que apenas saca para malcomer y drogarse, las únicas que parecen cumplirse son sus pesadillas. Te muerde el corazón oírla decir que irá a dormir a casa; sabes que vive en un cementerio en el centro de Freetown, que su cama es una tumba y que desde su niñez, cuando era combatiente en la guerra civil de Liberia, su única compañía ha sido la desgracia.  

   Luego de ver el capítulo uno del programa japonés, Informe gourmet hiperduro, te convences de que si la vida es una mierda, los sueños ayudan a hacerla más tolerable.