jueves, 4 de diciembre de 2014

Los tres nombres del guerrero. (Fragmentos).








El ombligo

   El gran guerrero quiso enterrar el ombligo de su hijo en  el campo de batalla donde obtuviera su mayor victoria, así el recién nacido sería un militar glorioso. Muchos triunfos consiguió aquel hombre, pero tras lograrlos el sitio donde los obtuvo le parecía indigno de alojar el ombligo. Lo enterraré en el campo del próximo combate, de esta manera será mejor su destino –pensaba.
   Pasaron los años y el ombligo seguía oculto en una bolsita de su maxtlatl. Aunque las victorias eran cada vez mayores, el seco tejido aún esperaba ser enterrado.
   Cuando el gran guerrero fue apresado por los mexicas, supo que no viviría mucho. Al llegar a Tenochtitlán sepultó ahí el cordón umbilical. Aunque no lo hizo en el sitio de su mayor victoria, sino en tierra de sus captores, estaba convencido de que no había mejor lugar para hacerlo: de esta manera su hijo alcanzaría la gloria en aquella ciudad.

   Aquel hombre fue quizás el primero en pensar que la Gran Tenochtitlán podía ser derrotada.




El nuevo sol

      Tenochtitlán. Año 3-casa, día 2-muerte/ 14 de agosto de 1521
   Solo se oía el rumor del llanto, no se escuchaban ni cantos ni música en los templos. Aunque la sangre inundó Tenochtitlán, no era ésta ofrendada a los dioses, era un horrendo desperdicio. Corría libre por las calles, manchaba las paredes, se diluía en el lago y mojaba los cadáveres que todo lo cubrían.
    Ayer no hubo quien oficiara alguna ceremonia. Aunque hoy llegó la luz del día, no es el sol de siempre, es un nuevo Tonatiuh triste y desolado. Sus rayos no iluminan a la noble ciudad mexica, su luz desnuda el más enorme de los cementerios.
   La profecía tenía razón: El día que no se honre al sol, se acabará el mundo.

   Tenochtitlán ya no existe, los mexicas han sido vencidos.

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