El sueño.
Ramón Cortez Cabello
Soñé
a mi madre. Mis ojos infantiles la vieron en su cama, parecía dormida, era una
tarde calurosa. Traía un vestido floreado en varios tonos de azul. Me acosté a
su lado, abrió los ojos, me miró con asombro y preguntó preocupada: “¿Qué pasó,
hijo?” “Nada, sólo quiero abrazarte,” respondí. La preocupación huyó de su
rostro y me cobijó en sus brazos. Sentí su piel, su olor inconfundible, su
amor. Luego, cuando el hombre de sesenta años que ahora soy recordó que ella
está muerta, desapareció.
No estoy triste, me hizo feliz volver a verla.