lunes, 6 de marzo de 2017

Mis compas, los galenos chavos.







Mis compas, los galenos chavos.
                                                                                       Por Ramón Cortez Cabello.

   Ellos son alegres y juguetones. Ellas son lindas y hablan lo mismo de ropa, labiales y maquillaje, que de recetas de cocina. A unas y otros les gusta la cerveza, la beben con moderado deleite y discuten sobre si es mejor la stout o la porter. Ellos gustan de los videojuegos, las motos, los mangas, el futbol y correr maratones. Cuando ellas hablan de sus hijos la ternura invade el ambiente. Es un divertido desmadre oírlos hablar o participar en sus charlas. Su desparpajo contrasta con la claridad con que se expresan en el trabajo. Casi todos hablan al menos otro idioma además del español, son cosmopolitas. La afirmación aquella de: “conoce México estudiando medicina”, les quedó corta. Han corrido mundo y vive en ellos esa experiencia, igual que viven en el viejo marino los mares que surcó.
  Son respuesta segura a mis eternas dudas sobre gadgets y ciberespacio. Claro, mi ignorancia tecnológica despierta su piedad, pero no me afecta. A cambio disfruto de su asombro cuando les cuento cosas que he vivido. Por supuesto, nada extraordinario hay en mi vida, solo cosas “muy antiguas” para ellos. En esos momentos, mientras me ven cuando les platico, parece no los sorprendería más si vieran volar un pterodáctilo sobre el hospital. Y hablando de miradas, la suya tiene el brillo de la esperanza; eso me agrada porque sé que, precisamente por tenerla, podrían cambiar las cosas, para bien, claro.

   Cuando atienden pacientes graves muestran el aplomo y sabiduría de un viejo lobo del quirófano. Ahí, en la sala de operación, no son la joven bella y frágil, la madre amorosa, el intrépido corredor de motos, el jugador de videojuegos o virtuoso del saxofón. Son médicos de excelencia. No sé si con el tiempo logren mejorar el mundo, lo que sí sé es que mi salud y la de todos sus pacientes no podría estar en mejores manos. Me siento afortunado de coincidir con esta maravillosa generación de galenos.    

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